martes, 5 de noviembre de 2024

Agfa Flexilette

 


Como ya expuse en la entrada sobre las Karat 12, tengo la creencia de que Agfa siempre fue considerada una segunda marca, pero quizá por eso precisamente -para demostrar lo contrario a sí mismos, al mercado y a los aficionados a la fotografía del siglo XX- de cuando en cuando ponían en marcha soluciones originales y con no poco mérito en el difícil equilibrio entre la innovación y la rentabilidad económica. Una de estas soluciones originales es la cámara que nos ocupa, la Flexilette; tan original que sólo he encontrado nueve ejemplos  históricos semejantes (incluyendo la Contaflex de 1935), dos de ellos de la propia Agfa y objeto de esta breve reseña (claro que siempre hay quien ya le ha echado un rato al asunto). Por abreviar la presentación: la Flexilette es una TLR (Twin Lens Reflex) de formato 135.

Debo reconocer que, en fotos y a primera vista, la cámara me parecía más que rara, un adefesio; pero fue al tratar de informarme sobre ella, que cada vez me parecía más interesante y se acrecentaba en mí el deseo de tenerla entre las manos.

El nombre de Flexilette se debe seguramente a la fusión de su característica principal: ser reflex (de hecho, la Flexilette también se denominó Agfa Reflex en algunos mercados) con el recuerdo de la larga y variada serie de las Silette, cámaras que Agfa fabricó entre 1953 y 1970 y que tiene como mejor representante la Ambi Silette, una telemétrica de objetivos intercambiables. Para Agfa, la Flexilette perseguía un doble objetivo: innovación y competitividad; lo primero evidentemente era ser una TLR de formato 135, para lo segundo tuvo que reducir gastos -pese a una innegable calidad de construcción (y un peso de 750 gr. en concordancia)- y así, por ejemplo, el excelente obturador Prontor Special (hasta 1/500 seg.) carece de temporizador. A cambio de ello, la característica destacada, ser reflex, estaba muy cuidada y la imagen en la pantalla del visor de cintura disponía de un telémetro de imagen partida, como las reflex avanzadas de la época (la Flexilette se lanzó en 1960). Por la misma razón seguramente -reducción de costes- a una cámara tan innovadora, Agfa no le dotó de un objetivo Solinar (el Tessar de la marca), si no de un modesto -aunque competente- Apotar 2,8/45 mm., del que hay buenas referencias, como ésta

Se leía en en texto publicitario de la Flexilette de 1960: Éste es un tipo completamente nuevo de cámara réflex de doble lente para el formato de 35 mm. Aquí se tiende un puente entre los partidarios del sistema réflex de dos lentes y los fanáticos del formato de 35 mm. El precio sorprendentemente bajo de 199 DM por una cámara TLR es una verdadera sorpresa: una nueva prueba del rendimiento de la fábrica Agfa Camera. El equipamiento óptico: La Flexilette cuenta con el probado Agfa Color-Apotar 2,8/45 mm doblemente: como objetivo de toma y como objetivo visor. Igualmente, en el libro de 1962 Color Photography (de Cristopher Trent; para ese año seguramente ya se había detenido la producción de la Flexilette), se dice lo siguiente: La empresa Agfa ha realizado una incorporación interesante a la gama de cámaras de 35 mm con la Flexilette, que lleva la fotografía en color de 35 mm al mundo de la cámara réflex de doble lente con un coste relativamente pequeño. Agfa ha producido muchas cámaras excelentes pero pocas más versátiles que ésta. Está equipada con dos objetivos Agfacolor Apotar idénticos de f/2.8, uno para el visor y otro para la toma, especialmente diseñados para trabajos en color pero igualmente adecuados para fotografía en blanco y negro. Tiene un telémetro muy competente, un obturador Prontor con velocidades de un segundo a 1/500, el mecanismo de bloqueo habitual para evitar la exposición doble y muchas otras mejoras, pero su principal mérito para el aficionado es su visor réflex, que proporciona una imagen clara del sujeto que se va a fotografiar viendo sus colores naturales. Podríamos añadir que el hecho de ver con plena luminosidad y en todo momento (incluso durante la exposición) al sujeto fotografiado es una de los principales ventajas de la solución TLR.

En cuanto a la ergonomía (con criterios de hoy), si nos olvidamos del peso y de una cierta criticidad en el proceso de enfoque -hay que enfocar con el ojo MUY perpendicular a la pantalla de enfoque y MUY cerca de la lupa si ésta es utilizada- digamos que todos los mandos de un cámara que carece de fotómetro están muy inteligentemente situados en el cilindro que contiene los dos objetivos -el visor y el de toma- aunque lo cierto es que cuesta algo acostumbrarse: el primer aro de control -al más próximo al cuerpo de la cámara- corresponde a las velocidades y se acciona mediante dos apósitos de plástico diametralmente opuestos, el segundo el diafragma y el tercero al enfoque, ambos con aros de distinto grosor y estriado. Esto es todo (y para un verdadero fotógrafo, aficionado o no, suficiente). Al mover el aro de enfoque, ambos objetivos se mueven simultáneamente, lo natural en una TLR. No he mencionado que la cámara dispone de un método alternativo de encuadre -que no de enfoque- desplegando la lupa (apartándola del frontal del parasol del visor) y con la ayuda de un sistema telescópico de visión directa, único método práctico  para fotografiar en formato vertical (la mayoría de las TLR en película 120 no tienen ese problema al tratarse de un formato cuadrado de 6x6). Dispone de una toma PC para sincronizar un flash, pero no de zapata donde instalarlo. lo que se solucionó posteriormente en la Agfa Optima Reflex.

Pese a todo lo expuesto, la cámara fue un semifracaso comercial y Agfa la sustituyó al cabo de un sólo año por la Agfa Optima Reflex (Optima era la gama de Agfa dedicada a las cámaras automáticas, que luego se conocieron como Point and shoot (Apuntar y disparar)) que intentó añadir características más apreciadas por el usuario común (pero desvirtuando bastante la idea original): el visor de cintura se sustituyó por un pentaprisma fijo -sin posibilidad de simultanearlo con uno de cintura como en las primeras EXA o la propia Agfaflex- y para el automatismo de la exposición se añadió un fotómetro de selenio que incorporaba una señalización a través del visor (señal negra = falta avance de la película; señal roja = luz insuficiente; señal verde = luz suficiente). También el disparador se situó conforme a la moda de la época en el frontal a la derecha de los objetivos y se dotó a la cámara de una zapata fría para flash. Curiosamente, a día de hoy, una Flexilette es muy posible que resulte todavía funcional mientras una Agfa Optima Reflex no, ya que al tratarse de una cámara automática, si falla la célula de selenio -y es normal que eso ocurra después de 60 años-  la cámara sólo dispara en modo flash, permitiendo la elección del diafragma, pero con una sola velocidad fija (1/30 seg. según el manual); evidentemente se simplificaron los controles, reduciéndose al enfoque y a la elección entre el modo Automático, el modo flash y la posición B (en la que también se puede seleccionar el diafragma). Al tratarse de una cámara automática no se sabe la combinación diafragma/velocidad utilizada, pero sí que la velocidad máxima del obturador es 1/300 seg. (inferior a la de la  Flexilette) y la mínima de 1/30 seg.; el diafragma, también de forma automática estará entre f/2,8 y f/22, evidentemente (según McKeown y otros el programa del automatismo está diseñado para favorecer velocidades de obturación rápidas a expensas de la apertura). La Agfa Otptima Reflex estuvo fabricándose entre 1961 y 1966. Para coleccionistas, entre la Flexilette y la Optima Reflex quizá la última se cotice algo más, pero entre los que pretenden fotografiar hoy con cámaras antiguas, se prefiere la Flexilette por las razones apuntadas. A continuación una imagen de ambas, donde pueden apreciarse las numerosas diferencias, aunque ambas conservan la característica fundamental de ser TLR y un origen común.



Y no hay que olvidar que en esa época, Agfa se hacía competencia a sí misma con una cámara reflex más convencional, la Agfaflex (también conocida como Colorflex y/o Ambiflex) -inicialmente de un sólo objetivo fijo, pero a partir del modelo III con objetivos y visores intercambiables- aunque notablemente más cara.

 



 

Mi Flexilette

Tiene algunas manías relativas al despliegue del parasol del visor y, sobre todo, de la lupa: ignoro si son defectos de mi copia (S/N AG3516) o no, aunque el sistema no parece, en general, muy fiable. Por lo demás, la restringida y concentrada acumulación de mandos sobre el cilindro principal funciona sin problemas. Y el peso de 758 gramos exactamente (sin carrete), se hace notar. Echo en falta indicación de profundidad de campo sobre la escala de distancias, que ya era habitual en las cámaras y objetivos de los años 60, pero supongo que la propia configuración de los mandos de la Flexilette lo hacía bastante difícil.

Como curiosidad, en la parte interna de la tapa trasera (en la parte ocupada por la bobina de recogida, a la izquierda, ya que el carrete está a la derecha) hay una pegatina con los datos del vendedor alemán de la cámara, en la que puede leerse: Ihr Fachsgeschäft seit 1930 (Tu tienda especializada desde 1930; pronto cumplirá un siglo) Heini Weber KASSEL WILHELMSSTRASSE MELSUNGEN AM MARKT; introduciendo esos datos en Google Earth he podido comprobar que ese comercio fotográfico aún existe -reconvertido en Optica- y está ubicado en una preciosa plaza comercial de estilo inconfundiblemente alemán.

 




Siempre agradeciendo a Butkus la extensa base de datos de manuales de cámaras.

 

 











     






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